Descripción
Los mapas antiguos son sueños. Las tierras ignoradas asoman entre costas donde aparecen serpientes. Monstruos que tienen cabezas, a veces patas, a veces lanzan fuego. Esos primitivos cartógrafos que se ocuparon de la caligrafía y del dibujo en miniatura para dejarnos barquitos solitarios, montañas amuralladas y ciudades en guerra hermosamente ilustradas. La imaginación llegó a ellos antes que la ciencia.
Lejos de tales asuntos marítimos, existen los mapas de tierra que dibujamos a ciegas, como ese camino insistente que trazan las polillas adentro de un libro. Particulamente me gusta más esta imagen.
Alfredo Trejos le llama Prusia a este mapa, a este sueño. Una clave puesta aquí, otra señal puesta allá. Títulos de libros olvidados en determinados sitios. Algunos son palabras o son nombres de autores o son citas inconclusas. Casi siempre es amor, digo casi siempre. Puede que sea la rabia o sea el fútbol o sean las promesas de un mañana mejor en algún eslogan repulsivo y subdesarrollado. Algo lo empuja a escribir. Trejos escogió la poesía como horizonte y como linterna. La belleza de sus conclusiones, luego de leerlas, pasan de inmediato a nuestra propia historia.
Javier Payeras