Descripción
“Tengo 34 años, estoy casada y soy madre de dos niños maravillosos. Me encanta tocar el piano y me apasiona la fotografía. Soy “casi” como cualquier persona en el mundo, “casi” porque fui adoptada. La narrativa tradicional es que mi mamá biológica era muy pobre y que por eso me abandonó, nada podía estar más lejos de la verdad.
Cuando cumplí 31 años, empecé a buscar a mi familia biológica. Descubrí algo inexplicable.
En los años 80, fui víctima de la trata de niños en Guatemala, mientras se vivía el terrible conflicto armado. Mi mamá no era demasiado pobre sino que, al nacer, me secuestraron y retuvieron durante once meses antes de venderme como que fuera una adopción.
El ser humano no tiene precio y, aún así, la demanda crea la oferta. Surgen oportunidades, nacen intereses y comienza el tráfico. Es inestimable el valor de la vida humana, sin embargo, es reevaluada, y se vuelve tan solo una cifra en un estado de cuenta. Yo fui una de ellas. Yo fui una de las víctimas, entre miles.
Esta historia es mi historia. Es un legado para mis hijos, un homenaje para mis padres biológicos y adoptivos y una memoria al trabajo que he venido realizando en Fundación “Raíces Perdidas”. Esta fundación representa a cientos de personas que se han enfrentado al horror de la trata humana, fueron adoptados, y hoy, buscan a sus familias en Guatemala. Nunca más. Nunca más”.
“Dicen que mi madre biológica era demasiado pobre y me abandonó. La verdad, es otra.”
