Descripción
Si Rubén Darío hubiera escrito algo más allá de su Azul sería celeste y trenzado, entre azúcar y lagrimales, sería una atmósfera de trayectorias, sería el mármol, sería el amor mismo, serían los espacios que se unen y deshacen. Manuel de J. Jiménez sabe que no se pueden traspasar fronteras sin el cuerpo y por ello impone (pone) un corpus en este libro. Después, pierde la imagen y es lápiz-l-azul-í. La escritura de la trenza se compone de sueños, recuerdos y candados. Si aquí hay una lectura, tendrá que ser la del extremo: escribir e hibridar su escritura con otras voces, entregándose a la poesía plena. Y al final, de nuevo, nos recuerda genealogías amplias que por sí mismas son poéticas, una larga enumeración de vidas perdidas sobre la imaginación (acaso intuición) de nuestro autor: lo libre, lo lleno de chispas Sin que el lector lo adivine, los escenarios que están detrás de Interpretación celeste: azul trenzado se ofrecen en sus recuerdos: palacios, fuentes, huertas, viñedos y playas. En la palabra, lo único ajeno es el individuo.
Jocelyn Pantoja