Descripción
Hoy, un año y un mes después de la ruptura definitiva, puedo decir con seguridad y firmeza que fui gamba y me comieron la cabeza y todo lo demás. En mi memoria guardo un vago recuerdo de lo que sentí por aquellos días. En muchas ocasiones no me daba cuenta de que andaba decapitada o rechupada. La sensación era como el despertar de una anestesia: estás consciente, pero no recuerdas nada en absoluto de la operación.