Descripción
Incluso en una ciudad como Los Ángeles, donde no escasean los peinados estrambóticos, Harry Peak llamaba la atención. «Era muy rubio. Muy muy rubio», me dijo su abogada mientras se pasaba la mano por la frente intentando hacer una ridícula imitación del fleco en forma de cascada de Peak. «Tenía mucho pelo. Y de lo que no cabe duda es de que era muy rubio». Uno de los investigadores de incendios a quienes entrevisté describió a Peak entrando en la sala del juzgado «con aquella cabellera suya», como si su pelo tuviese vida propia.